Reportaje de Profundidad: "Karate no, mamá! Taekwondo"

 Por: Jimmy Martínez Pou

El sonido vibrante de un “kiap” llena el aire en Dorado, mientras un grupo de niños, concentrados y decididos, ejecuta movimientos perfectos al ritmo de su maestro. En cada patada y cada golpe, hay más que solo habilidad física: hay lecciones de vida. Lo que muchos podrían ver como un deporte de contacto, para estos jóvenes es una disciplina que les enseña a canalizar emociones, a respetarse a sí mismos y a los demás, y a descubrir su verdadero potencial.

Atletas entrenando en el área de combate para las competencias de la LAI. Foto tomada por Jimmy Martínez/The SpotLight.

"El Taekwondo ha cambiado a mi hijo... totalmente", afirma Jerry Martínez, padre de Jediel Martínez, profesor de la academia y árbitro nacional. Su testimonio refleja el impacto profundo que este arte marcial tiene en las vidas de quienes lo practican.

En un país donde las distracciones, la violencia y la ansiedad golpean fuerte, el taekwondo ofrece estructura, propósito y una comunidad. Y sin embargo, sus historias rara vez llegan a los medios. Hoy nos sumergiremos en esas historias invisibles: las que están moldeando, en silencio, a toda una generación. 

El taekwondo como disciplina de vida

En Puerto Rico, el taekwondo se ha consolidado como una herramienta integral en la formación de niños y jóvenes, promoviendo no solo el desarrollo físico, sino también el emocional y social.

Según el Colegio Del Valle, los beneficios del taekwondo en niños incluyen la mejora de la resistencia cardiovascular, fuerza muscular, flexibilidad, coordinación y reflejos. Además, se destaca el fortalecimiento de la autoestima y la capacidad para canalizar emociones de manera positiva.

Un estudio de la Universidad de Surrey, publicado en la revista Developmental Psychology, evaluó a 240 estudiantes de primaria de entre 7 y 11 años durante 11 semanas. Los resultados indicaron que los niños que practicaron taekwondo mostraron una mejor capacidad de atención y autorregulación en comparación con aquellos que recibieron clases regulares de educación física.

Un testimonio que refuerza esta evidencia es el de Jerry Martínez, padre de Jediel Martínez, profesor de taekwondo y árbitro nacional, quien afirma:

"Se ha trabajado con él y lo han ido llevando paso a paso a tal punto que cuando él estaba recibiendo terapias ocupacionales se le disminuyó el tiempo por el beneficio que el taekwondo le ha traído físicamente".

En el contexto puertorriqueño, academias como IDS Taekwondo Academy en Dorado ofrecen programas desde los 4 años de edad, enfocándose en inculcar valores como el respeto, la disciplina y la perseverancia.

El taekwondo como motor de cambio social

Entrevistas enfocadas en los beneficios que da el Taekwondo:

Entrevistas hechas por Jimmy Martínez

Más allá de los beneficios físicos, el taekwondo es un catalizador para el desarrollo social y personal de quienes lo practican. En Puerto Rico, este arte marcial ha ganado popularidad no solo como actividad recreativa, sino como una herramienta transformadora que promueve la integración comunitaria, la responsabilidad y el liderazgo entre niños y jóvenes.

El taekwondo, en su esencia, no solo se trata de aprender a pelear. Los entrenamientos, los exámenes para cinturones y la participación en torneos enseñan valores como el esfuerzo, la disciplina y el respeto. Estas experiencias ayudan a los jóvenes a trabajar en equipo, a superar miedos y a ser responsables de su propio progreso.

Un estudio de la Universidad de Harvard reveló que los niños que participan en deportes como el taekwondo desarrollan con mayor frecuencia habilidades de liderazgo, colaboración y manejo de conflictos, cualidades esenciales para una convivencia sana en su entorno escolar y social (Harvard School of Public Health, Youth Sports Report, 2022). Este hallazgo se refleja en casos como el de Camila Santos, estudiante de IDS Taekwondo Academy, quien, al convertirse en asistente de profesor, no solo fortaleció su carácter, sino que también mejoró su liderazgo y su capacidad de interactuar con otros. En entrevista, Camila señaló que esta oportunidad le ayudó a desarrollarse socialmente y a sentirse más segura guiando a otros.

Entrenamiento de cinturones negros en el área de combate. Foto tomada por Jimmy Martínez/The SpotLight 

En Puerto Rico, academias como IDS Taekwondo Academy en Dorado promueven este enfoque integrador. Más allá de entrenamientos físicos, organizan actividades comunitarias, competencias y eventos donde los estudiantes refuerzan la empatía, la cortesía y el sentido de pertenencia. Estos espacios se convierten en verdaderos entornos de formación de ciudadanos con valores sólidos.

Un ejemplo claro de ese impacto es la historia de Kiara Ponce, estudiante de IDS. Ella recuerda que, al comenzar en taekwondo, no hablaba con nadie y se sentía "bien insegura de hablar" o de alzar la voz. Pero el arte marcial la obligó a salir de su zona de confort: “una de las reglas del taekwondo es que hay que gritar, hay que soltarse”, relata. Esa exigencia fue clave para su transformación. Lo que comenzó como un simple entrenamiento físico, se convirtió en un proceso de empoderamiento personal. Gracias a ese recorrido, pasó de ser alguien que "no podía alzar la voz" a una joven con mucha más confianza.

La práctica constante del taekwondo en ambientes guiados por instructores comprometidos genera una red de apoyo entre compañeros, familias y entrenadores. Esta red fortalece el desarrollo social de los estudiantes y les permite crecer dentro de un ambiente seguro y motivador.

Falta de Visibilidad del Taekwondo:

Pero no todo es color de rosa para el Taekwondo. Aunque los beneficios del taekwondo en la juventud puertorriqueña son cada vez más evidentes, su presencia en los medios y su reconocimiento social aún enfrentan grandes retos. Muchos practicantes, padres y entrenadores coinciden en que, a pesar del crecimiento del deporte en la Isla, este sigue siendo invisibilizado por los canales tradicionales de difusión. La cobertura mediática se centra en deportes populares como el béisbol, el baloncesto o el boxeo, dejando al taekwondo —aun con sus logros internacionales— en un segundo plano.

“Pienso que si el deporte tuviera más visibilidad, muchas personas se animarían a participar de este deporte mucho más, porque es un deporte bien terapéutico, es un deporte muy bonito”, expresó Kiara Ponce, estudiante de IDS Taekwondo Academy, resaltando lo mucho que se pierde por la falta de exposición.

Esta falta de visibilidad tiene consecuencias directas. Por un lado, dificulta la obtención de auspicios, becas o fondos públicos. Por otro, limita el acceso de nuevos estudiantes que podrían beneficiarse de esta disciplina si tuvieran mayor exposición a ella. Camila Santos, estudiante y competidora universitaria, comparte cómo esta situación impacta incluso en niveles más altos: “Yo actualmente compito en la LAI y la falta de visibilidad nos afecta en la cantidad de personas en los equipos y la motivación de los mismos competidores”. Para ella, el reconocimiento también influye en la autoestima de los atletas: “No es lo mismo ganar una medalla de Taekwondo, que se enteran dos o tres personas, a ganar una medalla en cualquier otro deporte”.

Desde su experiencia como atleta joven, Ian Belén también reconoce esa dura realidad: “El Taekwondo no es un deporte famoso, y lamentablemente nos tenemos que acostumbrar a eso”.

Profesores como Ineabelle Díaz, desde su academia en Dorado, luchan día a día para mantener vivo el entusiasmo, trabajando desde las bases, creando comunidad y sembrando valores en cada sesión de entrenamiento. "Hay recursos, y aunque son mejores que antes, aún hay mucho espacio para mejorar" dijo Díaz en una entrevista hecha en The SpotLight.

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Sin embargo, el futuro no es sombrío. Cada vez más jóvenes puertorriqueños participan en competencias internacionales, academias nuevas abren sus puertas y los padres comienzan a ver el taekwondo no solo como una actividad física, sino como una inversión en el carácter de sus hijos. El compromiso de figuras locales, junto a una generación de estudiantes que ha encontrado en el dojang un segundo hogar, promete continuar expandiendo el alcance de esta práctica en la Isla.

En un país donde tantos niños y jóvenes enfrentan inseguridad emocional, presión social y falta de dirección, el taekwondo se presenta como una alternativa concreta, accesible y formativa. Si el respaldo institucional y mediático logra alinearse con el esfuerzo de quienes practican y enseñan esta disciplina, Puerto Rico podría consolidarse como una potencia no solo en medallas, sino en desarrollo humano a través del arte marcial.

Cintas negras, profesores y asistentes de IDS TAEKWONDO ACADEMY. Foto tomada por Ineabelle Díaz/Facebook

El taekwondo en Puerto Rico no es solo un deporte: es una escuela de vida. Detrás de cada uniforme blanco hay historias de transformación, niños que encuentran su voz, jóvenes que desarrollan liderazgo y comunidades que florecen desde la disciplina y el respeto. Sin embargo, estas historias siguen resonando en silencio, ignoradas por una cobertura mediática que aún no les da el espacio que merecen.

La evidencia, los estudios y los testimonios presentados en este reportaje confirman que el taekwondo es una herramienta poderosa para el desarrollo físico, emocional y social de las nuevas generaciones. Pero para que ese impacto se multiplique, es necesario que como sociedad le demos visibilidad, respaldo y respeto.

Tal vez ha llegado el momento de mirar más allá de los focos tradicionales, de escuchar ese kihap —el grito del taekwondo— que no solo rompe el silencio en el dojang, sino que también clama por ser escuchado allá afuera, en los medios, en las escuelas, y en el corazón de Puerto Rico.

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